Ayer vi una tormenta eléctrica como ya antes habíamos visto una estrella fugaz , y aunque estabas ahí, no las notaste, porque estabas ciega de corazón. Lo cegó al creíste tu sol.
Después salió la luna. Sólo que a esa no la vimos.
Y fue como los claves que acabaron de donde salieron: del retrete.
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