Siguió caminando.
El día comenzó algo lluvioso,
pero ya había despejado.
Siempre pensando. No tenía prisa no tenía juglar,
encontró una taberna, nada espectacular.
Una cerveza fría y algo de des ayunar.
Escribió sobre la mesa de madera
con navaja puño y letra:
"que lento es el tiempo
cuando uno lo que quiere es que se apure,
que siga corriendo".
Ps. Se le calentó el hocico y la resignación
su euforia era tanta que sonaría su corazón.
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